La fundación de Bodegas Castillo de Mendoza
en 1994 marcó el inicio de una nueva etapa para la familia Mendoza-Cadarso, cuya historia vitivinícola se remonta a varias generaciones atrás.
Hace 15 años, decidieron retomar la tradición familiar y realizar uno de sus mayores sueños: abrir su propia bodega.
Desde entonces, han dedicado su pasión y conocimiento a la producción de vinos de alta calidad que reflejen la riqueza del terroir de San Vicente de la Sonsierra, en La Rioja Alta.
San Vicente de la Sonsierra es un lugar único en el mundo del vino, reconocido por la excelencia de sus vinos y su legado vitivinícola centenario.
Para Bodegas Castillo de Mendoza, el cuidado de la calidad desde la viña hasta la copa es una prioridad absoluta.
Realizan una vigilancia constante de sus viñedos, seleccionando cuidadosamente los mejores frutos para la elaboración de sus vinos. Esta atención al detalle se refleja en cada botella, garantizando una experiencia única para los amantes del vino.
Inicialmente, la bodega utilizaba una antigua destilería del siglo XVII, que fue rehabilitada y adaptada para la elaboración de sus vinos.
Con el tiempo, la familia decidió construir una nueva bodega en el Paraje de San Juan, junto a un antiguo molino y rodeada de sus propios viñedos.
Esta moderna instalación de 2.800 metros cuadrados combina lo mejor de la tecnología vinícola con la tradición centenaria de la región. Además, cuenta con un calado de barricas excavado en roca viva, que añade un toque de autenticidad y carácter a la bodega.
Gracias a estas características únicas, los vinos de Castillo de Mendoza son verdaderas joyas enológicas. Desde elegantes tintos con notas de frutos rojos y especias, hasta blancos frescos y aromáticos, cada botella captura la esencia del terruño riojano y el compromiso de la familia con la excelencia.
La Bodega Castillo de Mendoza trae una amplia gama de vinos que reflejan la diversidad y la calidad de la región, continúa deleitando a los paladares más exigentes en todo el mundo.
Vino Tinto Chirimendo Maceración Carbónica: de color violáceo intenso y persistente en nariz, con perfumes frutales de moras, fresas, plátanos y arándanos con recuerdos de flores azules, lavanda y violetas. En boca se muestra amable, pleno, fresco y equilibrado con un paso fácil.
Vino Tinto Castillo de Mendoza Reserva: de color rojo picota-rub, con aromas dominantes de frutos negros y rojos muy maduros con notas de regaliz propias de la variedad.
Estos aromas están perfectamente armonizados con tonos de torrefactos y especiados de madera donde emergen vainillas y canelas. En boca, es un vino de gran volumen, estructura y frescura con taninos muy dulces y un final muy largo e intenso en lo aromático.
Vino Tinto Vitarán Crianza: de color rojo granate con aromas terciarios propios de la crianza en madera: vainilla, coco, canela, frutas negras, moras y ciruelas. Equilibrado en boca, con gran armonía entre acidez y tanicidad.
Vino TInto Noralba Crianza Ecológico: es un vino intenso con un color rojo picota con ribete rubí. En nariz, es muy aromático con tonos de frutos negros y hierbas salvajes, armonizados con los aromas tostados y especiados de la crianza en barrica nueva.
En la boca se muestra poderoso y untuoso con un buen equilibrio ácido, marcados taninos maduros y un final aromático muy singular que expresa el terroir del que procede.
Vino Blanco Vitarán Cepas Viejas: de color amarillo pálido con tonos verdosos e intensos aromas de frutas blancas (pera) y de hueso (melocotón) con notas de boj e hinojo y un fondo ahumado y especiado.
En el paladar, resulta fresco, equilibrado, intenso, con un amplio y untuoso paso de boca y un final aromático y persistente.
Vino Tinto Evento: con un intenso color picota con ribetes rubí. Aromas muy intensos de frutos negros y rojos, bien integradas con los aromas de la crianza.
Es un vino equilibrado, poderoso, fresco, pleno y untuoso en boca con marcados taninos finos y un final muy largo.